La Mitra al servicio de la Corona El obispo Manuel González del Campillo y el censo de activos del Oratorio de San Felipe Neri por Martín Ignacio Rojas González
La Mitra al servicio de la Corona, el obispo Manuel González del Campillo y el censo de activos del Oratorio de San Felipe Neri
Martín Ignacio Rojas González
El 5 de enero de 1807, el obispo de
Puebla, Don Manuel Ignacio González del Campillo, giró instrucciones para
realizar censos de activos y pasivos en las Iglesias de su jurisdicción
epsicopal. El día 9 del mismo mes dio inicio este censo en el Oratorio de San
Felipe Neri, siendo Josef Mariano de Nava y Mota el comisionado por la Mitra
para practicar la diligencia, dando fin el 17 de marzo.[1] Este censo
se halla inmerso en una serie de políticas aplicadas por el obispo González del
Campillo en la antesala del estallido de la Francesada en España. Para
comprender esta instrucción en el gobierno del obispo es necesario reconstruir
su marco histórico.
Nacido
en Veta Grande, Zacatecas, González del Campillo se graduó en Filosofía y
Derecho en la Real Universidad de México, y durante sus primeros años se
desempeñó como abogado al servicio del cabildo eclesiástico metropolitano y del
arzobispo Antonio Lorenzana. A sus 30 años ya era vicario general y gobernador
de la Diócesis de Durango, y en 1793 llega a Puebla como cura del Sagrario y
catedrático de Vísperas y Derecho en el Seminario Palafoxiano, finalmente, en
1803 fue designado para ocupar la mitra angelopolitana.[2] Su
obispado estuvo marcado por una fina estampa iluminista. Podemos considerar a
este obispo como un ilustrado no solo por haberse formado en el Siglo de las
Luces, sino por haber luchado en favor de la ciencia, la medicina y las
reformas a la administración. Ejemplo de ello es su exhorto del 2 de agosto de
1804, destinado a todas las autoridades
reales y eclesiásticas de su Diócesis para colaborar con Francisco Javier de
Balmis, jefe de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna Contra la Viruela
para iniciar la campaña de inoculación en todo el obispado.[3] González
del Campillo pertenece a la nueva generación de criollos que paulatinamente
formaron parte importante de la administración clerical de las indias,
afianzando su lealtad a la Corona y un profundo respeto al Regio Patronato,
instituciones mediante las cuales le fue otorgada la máxima cátedra
angelopolitana.
Sin
embargo, el apoyo que el obispo brindó a la Corona no fue en ningún sentido
desinteresado ni fortuito. Desde el reinado de Carlos III se implementaron una
serie de medidas que restringieron el papel de la Iglesia en las sociedades ibéricas,
política que siguieron su hijo, Carlos IV y las Cortes de Cádiz durante la
Francesada, lo que desembocó en el proceso de secularización del siglo XIX.
Estas medidas tenían por objetivo reducir la inmunidad de la que gozaba el
clero y afectar sus intereses económicos. La concesión de nuevas facultades a
militares y jueces reales respecto a la impartición de justicia redujo el papel
de frailes y sacerdotes en esta materia. La cédula de vales reales ordenaba la
venta de bienes pertenecientes a las obras pías para mandar recursos a la
península, además de ordenar que el capital de las capellanías se destinara a
la Real Caja de Amortización. Estas medidas se suman a un proceso de
desamortización de los bienes eclesiásticos en la Metrópoli, cuando el Rey ordenó
la enajenación de los bienes del clero peninsular para entrar a la Caja de
Amortización de la deuda pública en 1798, siendo una medida desesperada para
obtener recursos que subsidiaran la guerra contra Inglaterra.[4]
Habilidoso en la cosa pública, no es de extrañar que González del Campillo se
mostrara optimista hacia la Monarquía, negociando con el virrey Iturrigaray
(buscando el favor del rey) y con el Arzobispo de México (buscando el favor del
Arzobispo de Toledo) para la implementación de las reformas.[5]
Volviendo
al censo de 1807, éste se centró en conocer las propiedades y fuentes de
ingreso que poseía el Oratorio de San Felipe Neri de Puebla. El primer día de
la diligencia se inventariaron todos los documentos que el Padre Prepósito
Félix Reza recibió del Padre Cayetano Medina, quien era el encargado de la
administración de la Congregación poblana. Entre los documentos registrados
destacan las escrituras de las fincas del Oratorio, varios de libros de cuentas
del curato de Tepeaca y algunas capellanías, una bula del papa Pío VII, un
discurso de Palafox contra las comedias, y varios documentos referentes a la
testamentaria de Lucas Yañez. Estos documentos quedaron a resguardo del
comisionado Josef Mariano de Nava y Mota hasta finalizar las diligencias, con
el objetivo de hacer cumplir la encomienda del señor obispo.[6]
Mediante
un meticuloso proceso de análisis e investigación, el comisionado dio orden a
los documentos y cuentas que le fueron entregados por el padre administrador
Cayetano Medina, narrando en el cuaderno de la noticia como comparaba las
cuentas y escrituras que le fueron entregadas, en ocasiones interrogando al
administrador para poder completar el rompecabezas que se le presentaba,
incluso podemos ver a los márgenes del documento las distintas anotaciones que
iba haciendo con respecto a sus cuentas. El 15 de enero, Josef Mariano de Nava
presentó avances de la diligencia al señor obispo, obteniendo su venia para
continuar su investigación y presentar tales avances al Promotor Fiscal Defensor
de los Juzgados de su Ilustrísima.[7]
Las conclusiones del Fiscal, el
licenciado Mariano Pérez Gallardo, fueron contundentes: el padre Cayetano
Medina realizó una pésima administración en el Oratorio, ocasionando que muchas
de sus obras quedasen inconclusas, como lo fue la remodelación de la Casa de
Ejercicios. Gracias a la investigación de Josef Mariano de Nava se supo que el
administrador no había entregado los registros completos, omitiendo
especialmente muchas de las cuentas del señor Lucas Yañez, vinculadas a las
haciendas, ranchos y fincas de la Congregación. Pérez Gallardo ordenó a la
Congregación entregar las listas faltantes, de lo contrario se tomarían en
contra de Lucas Yañez las providencias
más ejecutivas. Finalmente, el 17 de marzo de 1807, en presencia del
comisionado para las cuentas, los padres del Oratorio entregaron las listas
faltantes y Josef Mariano de Nava, por decreto del obispo, dio por finalizada
la diligencia en forma satisfactoria.[8]
En conclusión, los obispos americanos tuvieron que atender la cédula de vales reales mediante el ordenamiento de las finanzas en sus diócesis. La investigación al Oratorio se enmarca en el reacomodo de fuerzas políticas clericales y civiles que buscaban atender los designios reales para sostener un equilibrio y preservar los privilegios de la Iglesia. González del Campillo fue un atinado funcionario que supo conciliar entre grupos de poder, conservando la importancia de la Mitra poblana en el orden social, ofreciendo sus recursos políticos al servicio de la Corona. Esta situación fue ampliamente explotada por su sucesor y alumno, Antonio Joaquín Pérez Martínez, durante la coyuntura de la Guerra de Independencia y la regencia del Imperio Mejicano. Si bien el proceso de secularización había comenzado, la Iglesia sería una institución fundamental en la construcción del Estado-Nación Mexicano en el siglo XIX, siendo legitimada desde la Trigraracia: Independencia, Unión y Religión.
[1] “Quaderno
que comprende la noticia de los censos del Oratorio de San Felipe Neri de esta
Ciudad”, 9 de enero a 17 de marzo de 1807, Puebla, Archivo del oratorio de San Felipe Neri de Puebla, caja 9.
[2] María Cristina Torales Pacheco, “Manuel Ignacio González del Campillo”, Biografías, Real Academia de la Historia. Consultado el 4 de julio de 2024 en: Manuel Ignacio González del Campillo | Real Academia de la Historia (rah.es)
[3] Ibidem.
[4] Horst
Pietschmann, “Antecedentes políticos de México 1808. Estado territorial, Estado
novohispano, crisis política y desorganización constitucional”, en Gonzalbo
Aizpuru, Pilar y Lira González Andrés (coords.), México, 1808-1821. Las ideas y los hombres, México, El Colegio de
México, 2014, pp. 23-63.
[5] Cristina Gómez Álvarez, “La jerarquía eclesiástica poblana en vísperas de la revolución de independencia, 1800-1810”, en Gómez Álvarez, Cristina, El Alto Clero Poblano y la revolución de independencia, 1808-1810, BUAP-Honorable Congreso del Estado de Puebla, 1997, pp. 35-50.
[6] “Quaderno que comprende la noticia de los censos del Oratorio de San Felipe Neri de esta Ciudad”, 9 de enero a 17 de marzo de 1807, Puebla, Archivo del oratorio de San Felipe Neri de Puebla, caja 9.
[7] Ibidem.
[8] Ibidem.
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