Cuatro heridas perniciosas a los ojos de Joaquín Furlong El Oratorio de San Felipe Neri ante la fragmentación del Mundo Hispánico
Cuatro heridas perniciosas a los
ojos de Joaquín Furlong
El Oratorio de San Felipe Neri ante
la fragmentación del Mundo Hispánico.
Martín Ignacio Rojas González
“Desorden económico, presión de las razas del país, abusos administrativos y grandes abusos del Patronato” es así como el padre José Luis Islas describió la crisis de 1808 en el Guión Histórico del Oratorio angelopolitano de San Felipe Neri, escrito en los años 70’s del siglo XX. En el tenor historiográfico, aquello que el padre Islas define como “cuatro heridas perniciosas” nos remite a la problemática del ordenamiento político español en la antesala del estallido de las Guerras de Independencia Hispanoamericanas.[1] Cada una de estas guerras civiles del Nuevo Mundo, en su laberinto, posee particularidades acorde su organización, liderazgos y estructuras sociales; sin embargo, todas ellas emanan de un proceso de larga duración de conformación de identidades nacionales entre las clases burguesas de origen criollo, que serían uno de los factores del estallido separatista americano, sumado a la eclosión de un nuevo orden geopolítico global y la crisis política y económica del reino.
Desde
los procesos de conquista de América, la Corona de España dividió sus
territorios en dos regiones administrativas, Nueva España y Perú, que
terminarían por convertirse en virreinatos con un arzobispo propio, a su vez,
estos reinos americanos contaban con jurisdicciones propias, los obispados y
las alcaldías. En el caso de la Nueva España, el ejercicio del poder por parte
de los naturales favoreció la cohesión y la lealtad a la Corona a través de los
servicios y, en respuesta, el rey confería a las repúblicas distintos
privilegios en el marco de una alianza. Este modelo de Monarquía compuesta fue
completamente distinto al implementado por portugueses, franceses e ingleses en
América, mucho más centralizado y homologado. Por ejemplo, Brasil contaba con
un único arzobispado localizado en Bahía, además de no contar con colegios y
universidades en su territorio, todos los colonos debían profesionalizarse en
la Metrópoli. Las Trece Colonias Inglesas contaron con un esquema similar,
quedando fuera de la representación parlamentaria británica, a pesar de contar
con un sistema constitucional.[2]
En
general, las heridas perniciosas aparecen en el periodo de las Reformas
Borbónicas, cuando las repúblicas ven menguado su poder y autonomía ante la
centralización del poder, canalizada principalmente por las nuevas autoridades
militares y civiles. Otro factor importante fue el incipiente proceso de
separación entre Iglesia y Estado que había comenzado Carlos III, ejerciendo
más severamente el Real Patronato y expulsando a los jesuitas de los territorios
españoles, lo que confrontó hasta cierto punto al altar y el trono. Empero, las
reformas ejercidas en torno a la administración eclesiástica sirvieron tras el
estallido de la francesada, pues los obispos, convertidos entonces en
funcionarios reales, colaboraron con los intendentes para el sostenimiento del
status quo en espera del regreso de los monarcas.[3] En Puebla, el obispo Manuel Ignacio González
del Campillo fue un aliado indispensable del intendente Manuel de Flon para que
la ciudad siguiera siendo leal a Fernando VII y la conformación de los
batallones patrióticos que participaron en la campaña contra Hidalgo. Además
del capital político y simbólico que representaba, las diferentes esferas del
clero poblano organizaron políticamente a la intendencia y brindaron auxilio en
los momento de crisis, como fue el caso de las distintas epidemias surgidas en
la guerra.[4]
Respecto
al Oratorio, la llegada del padre Joaquín Furlong en 1813, aviado por el obispo
González del Campillo, marcó el rumbo de la presencia de la Congregación en la
vida pública poblana. De acuerdo con el Guión
Histórico, el padre Prepósito José Mariano Pacheco, junto a los filipenses
Rafael Sosa y Joaquín Flores, lo acogieron en la Congregación, siendo un
elemento muy activo, lo que le valió la investidura como Prepósito en 1816. El
gran reto de la prepositura de Furlong fue la supervivencia de la Congregación,
puesto que el número filipenses fue en decremento en consecuencia de la
inestabilidad política durante la Independencia y la postura liberal de su
líder.[5]
Tras la salida de los padres Sosa y
Flores, el Oratorio sólo contó con la presencia del prepósito, viéndose
obligado a atender todos los asuntos correspondientes a la Casa de Ejercicios y
al Hospital de San Pedro. Como muestran los documentos de la Lotería del
Oratorio, en 1815 el nosocomio solicitó al Ayuntamiento de Puebla un permiso
para contar con un sorteo propio, puesto que los recursos emanados de la Casa
de Ejercicios no era suficiente para subsidiar los menesteres de los enfermos y
atender la falta de agua. El 24 de abril de 1817, Furlong instruyó al director
de la Lotería para que los capitulares del Hospital tuvieran la misma
intervención en los sorteos que los de la Casa de Ejercicios, destinando la
mayor cantidad de recursos al nosocomio, trasladando la crisis hídrica al
Oratorio.[6] La
continua gestión del presbítero permitió la resolución de la carestía hasta el
24 de septiembre de 1827, cuando el Ayuntamiento angelopolitano emitió un
decreto en el que concedía cuatro palas de agua para el Oratorio.[7]
En materia política, Joaquín Furlong
fue un personaje fundamental en la transición política hacia la independencia.
Si bien en 1820 consiguió el ingreso de José Maldonado y Juan Castillo a la
Congregación, sólo permanecieron en ella 5 meses debido a sus propias labores
eclesiásticas. Sin embargo, la falta de padres en el Oratorio no le impidió
coordinar un proyecto magno en para la vida política de la ciudad, la impresión
del Plan de Iguala en la Imprenta del Oratorio el 12 de febrero de 1821,
sumando certeza a su filiación liberal. De acuerdo con el padre Islas, el 16 de
septiembre de 1827 el padre presbítero costeó la primera celebración del
aniversario de independencia en Puebla.[8]
Concatenando los hechos, la concesión de las palas de agua para el Oratorio se
dió una semana después.[9]
En conclusión, más allá de cualquier
conceptualización historiográfica que se le adjudique al proceso
independentista, las élites del clero, al igual que todos los sujetos sociales,
buscaron acatar las órdenes arribadas a sus jurisdicciones en aras de solventar
sus necesidades. El caso del padre prepósito Joaquín Furlong nos da muestra de
una gran capacidad de negociación y adaptación política, aprovechando toda
coyuntura en beneficio del alcance de sus intereses. Podemos sumar a ello que
el prepósito fue familiar de Patricio y Cosme Furlong, gobernadores del Estado
de Puebla en múltiples ocasiones, lo que nos permite cuestionar hasta qué punto
el presbítero apoyó a las alas liberales por convicción o por conveniencia. Las
heridas perniciosas se tradujeron en crisis y necesidad de superación,
aprendizaje y habilidad.
[1] Padre José Luis
Islas, “Guión Histórico”, 1971, Archivo del oratorio de San Felipe Neri de
Puebla.
[2] John H.
Elliot, Imperios del mundo atlántico.
España y Gran Bretaña en América 1494-1830, Barcelona, 2017, pp. 1127.
[3] Fernando
Pérez Memen, El episcopado y la
independencia de México (1810-1836), México, El Colegio de México, 1972,
pp. 19-30.
[4] “Reglamento
de para la Rifa del Oratorio de San Felipe Neri de Puebla y Hospital de San
Pedro”, 21 de noviembre de 1828, Puebla, Archivo
del oratorio de San Felipe Neri de Puebla, caja 9.
[5] Padre José Luis
Islas, “Guión Histórico”, 1971, Archivo del oratorio de San Felipe Neri de Puebla.
[6] “Carta
enviada a Don Joaquín Furlong en relación a la Lotería”, 13 de mayo de 1817,
Puebla, Archivo del oratorio de San
Felipe Neri de Puebla, caja 9.
[7] “Decreto
del cabildo de Puebla en atención a la falta de agua en el Oratorio”, 24 de
septiembre de 1817, Puebla, Archivo del
oratorio de San Felipe Neri de Puebla, caja 9.
[8] Padre José Luis
Islas, “Guión Histórico”, 1971, Archivo del oratorio de San Felipe Neri de
Puebla.
[9] “Decreto
del cabildo de Puebla en atención a la falta de agua en el Oratorio”, 24 de
septiembre de 1817, Puebla, Archivo del
oratorio de San Felipe Neri de Puebla, caja 9.
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